Hace 44 años, el 11 de septiembre de 1973, un golpe militar ahogaba en sangre la democracia en Chile y el embajador suizo ante Santiago celebraba con champán el derrocamiento de Salvador Allende. No más porfía en recuperar la riqueza del país, redistribuir el agro, aumentar salarios o nacionalizar industrias en sectores estratégicos, la pretendida “amenaza comunista” había sido conjurada.
Por Marcela Aguila Rubín
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